sábado, 16 de mayo de 2009



Los tiempos difíciles supieron apretarme la garganta, sepultarme bajo los escombros; cada uno de los demonios que me perseguía sabía exactamente dónde hallarme. En un momento dado me encontré atrapada y sin salida, o tal vez una sola salida, la mas fácil, la de las cobardes: pensé que tendría que morir para escapar a mis problemas. En ese mismo instante apareciste tú, tú y aquella inmensa balsa llamada amistad, y me recogiste del mar frío, yo más muerta que vivo, y supiste darme agua y pan y calmar mis temblores y hacer que los demonios se vayan.

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