domingo, 8 de agosto de 2010


Te pueden decir un millón de veces que tomar sol sin protector hace mal, pero hasta que no quedes camarón no lo vas a entender.
Todos lo tenemos miedo a las pesadillas… pero hay que tenerlo miedo a los sueños felices, porque es de eso de lo que no queremos despertar.
Si sos optimista, un realista te resulta pesimista.
Vivir soñando es como tener una tarjeta platino sin límite, y que nunca te llegue el resumen.
Si alguien despierta cuando estas teniendo una pesadilla, se lo agradecés. Pero si alguien te corta un sueño feliz, lo queres matar ¿o no?
Somos cenicientas que borramos el número doce de todos los relojes, para que nunca se hagan las doce y la carroza no se nos haga zapallo.
Claramente, todos odiamos al despertador, pero qué sería de nuestra vida sin él ¿no?
¿Qué despierta un despertador cuando te despierta? Tus sentidos ¿no?. Salís del sueño y empezás a ver, a escuchar, a oler, a sentir.
Pera poder despertar primero hay que desearlo. Luego intentarlo. Y después dejar que ocurra.
Amo las comedias románticas porque siempre terminan bien. Se arman enredos, crisis, pero vos de afuera ves claramente la solución. De afuera se ve tan fácil, vos decís “él, por más que esté con otra, ama a su chica. Y ella, por más que lo niegue, también lo ama”. Y decís “déjense de dar vueltas y estén juntos”.
Out los terceros en discordia. En una buena comedia romántica se soluciona todo, y todos quedan felices y contentos.
Y después de todos los enredos al final los secretos se revelan. El que tiene que hablar, habla, el que se tiene que enterar, se entera. Todo se soluciona y final feliz.

Pero en la vida siempre algo enrula el rulo. La solución que está ahí, al alcance de la mano, siempre parece escaparse.
Si uno viera de afuera la vida diría “no, no, no hagas eso bólido ¿no te das cuenta que la solución estaba ahí?”.
No bólida, no hagas como que no hay tal crisis, no niegues más.
“Pedazo de bólido” dice uno viendo como él se pierde cada vez más.
“No bólidos” dice uno, tenían la solución en las manos, pero el rulo siempre vuelve.
Bólidos, eso es lo que somos todos, unos bólidos que enrulamos el rulo cuando la solución es tan sencilla.
Somos unos bólidos que confundimos gordura con hinchazón, problema con solución.
El problema de la solución es confundir problema con solución. Es como creer que la tintura es el problema y la cana la solución.
Una dieta mágica te hace engordar el doble, un bronceador instantáneo te mancha la cara, una solución rápida te trae otro problema. Otras veces dejamos estar los problemas, confiando que se van a solucionar solos. Es como… como dejarte crecer el bozo y esperar que se vaya solo.

Somos bólidos por naturaleza. Muchas veces cuanto más queremos solucionar algo más lo complicamos. Pero a veces la solución llega sola, en el momento menos pensado.
Buscamos soluciones, siempre, hojas de ruta, señales que nos indiquen por dónde ir, hacia donde ir.
Solución es sinónimo de remedio, resolución, conclusión, resultado, desenlace, fin, termino, reparación, arreglo, recurso, final, salida, salvación, alivio, encontrarle la vuelta al rulo. Esa es la solución.
Tan simple, tan complejo y tan hermoso como esto. Encontrarnos fue, es y será la solución.
Este adiós no maquilla un hasta luego, este nunca no esconde un ojalá, estas cenizas no juegan con fuego, este ciego no mira para atrás. Este notario firma lo que escribo, esta letra no la protestaré, ahórrate el acuse de recibo, estas vísperas son las de después. A este ruido tan huérfano de padre no voy a permitirle que taladre un corazón podrido de latir. Este pez ya no muere por tu boca, esta loca se va con otro loco, estos ojos no lloran más por ti.
Tu y yo. Si amor, dos en la oscuridad
compartiedo tanta soledad.
Ya no hay a donde ir.
Aceptemos que todo acabe de una vez.
Te propongo olvidarnos del ayer.
Separarnos ahora sin llorar
aunque sea muy triste.
Es mejor oir la verdad.
Es hora de decir adios.
No queda otra salida, terminó.
Abrazame en silencio. Lo siento.
Dejemoslo pasar. Digamonos adios.