viernes, 17 de septiembre de 2010

Podría decir que me desagrada totalmente el día de los enamorados... pero cómo no odiarlo si nunca tuve nadie del sexo masculino para compartirlo, para sentir un poco que ese día comercial merece sentido en su fecha.
Recuerdo que ese día me levanté, me sentí igual que otros días, ningún rastro de mensajes en el celular, volví a la cama sólo que esta vez para hacer un poco más de fiaca; típico de un domingo. Prendí la tele: ¿Para qué? Ahí fue cuando recordé qué día era, cada canal me recordaba mas el por qué del odio a ese día, todos los canales se cubrían de un gran maratón de películas románticas (que para variar ya las había visto todas, y si no hubiese sido justamente San Valentin, las hubiese mirado). Corazones y más corazones rodeaban la pantalla. Terminé por apagar el televisor. Bronca, eso era lo que daba, envidia en cierto modo. Un sentimiento que no me molesta.. pero se hace presente, me mantiene neutra por momentos. Daba gracias a Dios que no había escuchado la radio, imaginaba todos los enamorados enviándose mensajes y canciones que me habrían deprimido mucho más el día.
Había tratado de no revelar tanto mi ira, pero se me hizo imposible. Si de verdad no festejaba ese día era porque sinceramente no encontraba al chico del cual no me aburra, que sea una persona que al estar con ella no haga falta hablar sino entenderse mas allá de las palabras, y sobretodo con las miradas. Sentir que no haya nadie más que él, y que la felicidad es completa a su lado. ¿Pero saben qué? Creo que tengo demasiado idealizado al amor, seré un caso imposible de resolver. Unida de por vida, al club de las solteras... del cual tantas alegrías me dio!